27.7.16

Aposté por el rock and roll (y perdí)


Te amé.
Te amé tanto que me dolía ser yo.
O quizás no te amé tanto
como dicen en las novelas románticas
porque precisamente
me dolía ser yo.
No lo sé.

Sí sé que me dolía el cuerpo tanto
cuando no estabas conmigo.
Y sé que deseaba ser un recuerdo
cuando decías a la noche adiós
y al día dabas la bienvenida.

Te quise tanto que,
tristemente al igual que tú,
nadie lo entenderá.

Date cuenta de una vez: 
Nadie entiende mis sentimientos.

Te quise tanto que te maté en dos partes
porque no era capaz de dejarte ir
y decirte adiós.

Y ahora que sí te digo adiós
definitivamente
me duele que no vayas a saber nunca
cuantísimo te quise.

Y es en parte
culpa mía
y es en parte
prejuicio tuyo.

Pero sí.
Doy fe de que hubo un momento
breve
dulce
pero intenso
en que lo nuestro fue de verdad
y con eso me quedo.

Creo que lo tuyo
es siempre ser amado
desde la distancia
y eres adicto a ello.

Te amé hasta doler.
Hasta dejarme en los huesos.

Pero ahora necesito amarme yo.
Tal y como te quise a ti.
Desesperadamente.

Y eso has de entenderlo.







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