7.7.13

La esfinge (II). Breve atisbo en la mente de la criminal.


Estoy inmersa en algo grande, mucho más grande que yo y ahora no me puedo detener. Si caigo en las viejas trampas de antaño tendré que empezar de cero y eso me demorará todavía más, así que continúo sin descanso.

No, no puede ser, no puedo hacer un alto en el camino y jugar a ser normal, por mucho que yo quiera y que tú quieras. Funcionaría durante un rato y luego todo sería papel mojado. Nos merecemos algo mejor.

Sin embargo, no te miento. Esto lo hago sobre todo por mí. Si empiezas a estrechar el cerco me agitaré como un animal encerrado. Me asfixio fácilmente.

Voy y vengo. No podrás evitarlo, pero sabrás que eres alguien para mí porque siempre vuelvo. Y si no, no te preocupes, tampoco te perdías tanto.


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Sólo yo sé lo que he perdido dentro de mí, así que no te atrevas a juzgarme. No hagas como los demás, no intentes asirme a las normas sociales del cortejo o la amistad porque nunca me ajustaré a ellas. No encajo y además no tengo ningún interés en hacerlo.

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Un verso de mi infancia rezaba quiéreme entera o no me quieras. Demasiado incompleto a la vez que conciso. Hazme anáforas, son las construcciones más lógicas dentro del vaivén caótico de la lírica. Entorpezcamos su economía, mejoremos su pragmática. Quiéreme libre, perdida, confusa, furiosa, enamorada, ambivalente, analítica, esquiva, fugaz. Quiéreme pálida, abstraída, amena, hiriente, viciosa, cansada, impertinente, locuaz. Quiéreme guerrera, cortés, amarga, obstinada, silenciosa, cansada, mordaz. Quiéreme eterna, oscura, intermitente, cálida, distraída, belicosa, procaz. Y ahora si quieres dilo, quiéreme entera o no me quieras.

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Se teme a lo que se desconoce y nuestros miedos se demonizan. Quizá pueda parecer más benigna a los ojos de los demás si dejan de tener miedo, si se acercan. Sin embargo, el ser humano es absurdo y cuando ve una flor desprotegida en el campo, la coge bajo la falsa ilusión de poseerla. Ésta se marchita y muere, su naturaleza queda destruída por el deseo egoísta de tener la belleza de un álter para uno mismo. Y ante esto, mejor no mostrarse débil ante los caprichos, claro que hay que enarbolar las espinas bien altas y decir: intenta cogerme si quieres, pero sangrarás.

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Pedís mujeres fuertes, pero cuando no se doblegan ante vuestra voluntad, maldecís y lo tacháis como muestra de maldad. Seguridad a cambio de libertad, pero la seguridad no existe. Hay sacrificios que no merece la pena hacer porque fallan desde la misma base. No derribéis a quien simplemente quiere volar más alto.



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