24.4.13

Retórica


Por fin comprendía lo que la vida quería hacer conmigo. La lección que llevaba rehuyendo tantos años. Aquella contra la que me habían prevenido y escondido para no tener que encontrar al final del camino lo que más me aterraba: el reflejo de mis ojos, mirándome.

Iba a sufrir. Iba a sufrir más. No había sido suficiente romperme todos los huesos a los once años, saltar desde un tercer piso hacia el vacío a los quince, enfrentarme a mis demonios a los dieciocho y descubrir la maldad y el abandono en mí a los veintiuno. Todo mi dolor no había sido suficiente.

El precio por estar viva era demasiado alto, ¿cómo sabes que merece la pena seguir respirando?





No hay comentarios:

Publicar un comentario