12.3.13

Diario de una sapiosexual (I). Presentación.



Dedicado a las mujeres eternamente incomprendidas



Tener trece años nunca es fácil. La tormenta hormonal puede convertirse en un problema, sobre todo cuando empiezas a darte cuenta de que, además de tu propia inseguridad, tienes algunos rasgos que hacen que no te sientas identificada con tus amigas.

Empiezas a escuchar comentarios que no entiendes como, por ejemplo, que Fulanito es un tío que está muy bueno. Lo que en principio parece un hecho aislado se convierte en una norma en la que, de un modo u otro, te encuentras atrapada.

A saber, Fulanito es un idiota. No hace falta conocerlo muy a fondo para darse cuenta de ese pequeño detalle. Pero Fulanito es rubio y eso a algunas chicas les parece el colmo de la fascinación, por lo tanto Fulanito se transforma mágicamente en el centro de todas las conversaciones. De repente, tus amigas parecen haber sido abducidas por extraños marcianos que se han introducido en sus cuerpos, y empiezas a plantearte qué tipo de amigas tienes porque ¿cómo puede volverlas locas a todas, a absolutamente todas, el mismo imbécil? Un imbécil que no es ni simpático, por cierto.

Este hecho siempre será uno de los grandes misterios de mi adolescencia.

Sin embargo, la cosa no termina ahí y, antes o después, a ti te termina gustando un chico. Pero, por supuesto, es un chico fuera de la norma estética de tu grupo de amigas. Es un chico que no es especialmente guapo -incluso no lo es en absoluto- pero que tiene encanto, sabe hablar de muchos temas y a menudo es tan incomprendido por los chicos como tú por las chicas. No estoy hablando del típico empollón pedante que necesita demostrar algo a los demás constantemente, sino de una persona curiosa por naturaleza que se interesa sinceramente por el mundo que le rodea. Si tienes el valor de confesar que ese es el chico que te gusta, te convertirás en una tía de lo más rara a los ojos de tus amigas. Y ahí vienen los reproches: ¡pero si no es guapo! ¡pero si Fulanito le da mil vueltas!
Sin embargo, tú a Fulanito no le darías ni la hora, eso es así. Y a ti te quedarán varios meses de escuchar comentarios absurdos por parte de ellas acerca de Fulanito, hasta que la moda de los rubios se pase y venga, por ejemplo, la de los que parecen unos chuloplayas.

Un par de años después, cuando vayas de discotecas, tus amigas aprenderán que eres una valiosa aliada porque al tener gustos diferentes, nunca te liarás con ninguno de los chicos que a ellas les gustan. Entonces llega ese bello momento en el que observas cómo tus amigas empiezan a pegarse puñaladas entre ellas porque les mola el mismo chico y quieren llamar su atención. No te queda más que hacer de mediadora para que no se maten entre ellas y empezar a presentarles chicos de ámbitos distintos para que el objeto de deseo no coincida.

Luego es probable que descubras otros pequeños detalles que os diferencian, como que tú eres más de cervezas y ellas más de malibú con piña. Pero esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión...


1 comentario: